miércoles, 25 de mayo de 2016

Feliz Día del Orgullo Friki 2016: Mis inicios

Bueno, felicidades a todos, creo que es la primera vez que lo deseo así en “voz alta” pero al haber regresado al mundillo hace poco me hace especial ilusión.

Aprovechando la coyuntura hoy os hablo de mis inicios en este mundo de dragones, magos y mazmorras, que comenzó incluso antes de conocer al que sería mi grupo de rol y wargames. Literatura mediante.

No recuerdo cuál fue mi primera novela de fantasía porque los cuentos siempre estuvieron en mi vida y es difícil hacer una muesca clara en la lista. Lo que sí recuerdo es mi primer libro de “dragones y mazmorras” y fue, como no podía ser de otra manera, con la colección de Planeta DeAgostini que salía por fascículos y cuyos cuarenta y cuatro tomos conservo (y no, no me he leído toda la colección, pero sí aproximadamente la mitad) El primer fascículo venía con El retorno de los dragones de Margareth Weis y Tracy Hickman de la trilogía de La guerra de la Dragonlance, como veis más canónico no se puede ser. Ya por entonces los libros me supieron algo encorsetados, pero los devoré igualmente. Luego me compré la secuela y trilogía Leyendas de la Dragonlance (todos amamos a Raistlin, ¿verdad?) en esa maravillosa edición de Timunmas; y finalmente El ocaso de los dragones, que comprende Los caballeros de Takhisis y La guerra de los dioses, misma edición, que me dejó sin ganas de leer más sobre el mundo de Krynn por una larga temporada. No son libros extraordinariamente bien escritos, pero ofrecen un colorido mundo de fantasía donde el lector es capaz de viajar junto a los personajes, algunos más creíbles y otros menos.

La susodicha colección servía de base perfecta para cualquier colección de fantasía que se precie. Incluía sagas tan canónicas como El Elfo Oscuro, de R.A. Salvatore; Crónicas de Belgarath, de David Eddings; o Ciclo Pendragón, se stephen R. Lawhead, entre otras. 

 Desde un punto de vista estrictamente personal y literario, para mí los más interesantes fueron las Leyendas de la Dragonlance, donde los autores supieron manejar bien el balance de fuerzas entre los personajes. Recuerdo que durante las primeras páginas quedé confundido por el protagonismo de Cáramon y tuve que volver a la trilogía anterior para cerciorarme que era el mismo simplón de esas novelas. La evolución de los gemelos durante toda la historia es un ejemplo muy digno de cómo evitar unos personajes planos (defecto habitual en las novelas de fantasía) La narrativa fluye moderadamente bien, aunque choca contra el personaje de Crysania que, pese a resultar coherente, le falta un mayor protagonismo donde se expliquen mejor sus emociones e impulsos.

Ya para terminar una íntima curiosidad: en La guerra de los dioses, hay un fragmento que aún hace que se me ericen los pelos de la nuca cuando lo leo, por su sencillez, por la capacidad de expresar la personalidad de un personaje en una sala frase. No deseo hacer spoilers, por lo que para los curiosos diré que me refiero al final del capítulo 12, el encuentro entre Astinus y otro personaje, su conversación sobre la alfombra y la confesión de este último personaje mirando absorto más allá de las estanterías.


No, la fantasía no son sólo dragones y hechizos, juega y fabula con el mundo “real” y es capaz de mostrar (quizá mejor que cualquier otro género) algo tan necesario para un chico adolescente como son los sentimientos.

Portada de 'La Guerra de los Enanos' de Leyendas de la Dragonlance. En imagen: Raistlin, Cáramon y Crysania a punto de cruzar el umbral hacia el reino de Takhisis, la diosa oscura. #Dramón

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