Bueno, felicidades a todos, creo que es la primera vez que
lo deseo así en “voz alta” pero al haber regresado al mundillo hace poco me
hace especial ilusión.
Aprovechando la coyuntura hoy os hablo de mis inicios en este
mundo de dragones, magos y mazmorras, que comenzó incluso antes de conocer al
que sería mi grupo de rol y wargames. Literatura mediante.
No recuerdo cuál fue mi primera novela de fantasía porque
los cuentos siempre estuvieron en mi vida y es difícil hacer una muesca clara
en la lista. Lo que sí recuerdo es mi primer libro de “dragones y mazmorras” y
fue, como no podía ser de otra manera, con la colección de Planeta DeAgostini que
salía por fascículos y cuyos cuarenta y cuatro tomos conservo (y no, no me he
leído toda la colección, pero sí aproximadamente la mitad) El primer fascículo
venía con El retorno de los dragones
de Margareth Weis y Tracy Hickman de la trilogía de La guerra de la Dragonlance, como veis más canónico no se puede
ser. Ya por entonces los libros me supieron algo encorsetados, pero los devoré
igualmente. Luego me compré la secuela y trilogía Leyendas de la Dragonlance (todos amamos a Raistlin, ¿verdad?) en
esa maravillosa edición de Timunmas; y finalmente El ocaso de los dragones, que comprende Los caballeros de Takhisis y La guerra de los dioses, misma edición, que
me dejó sin ganas de leer más sobre el mundo de Krynn por una larga temporada. No
son libros extraordinariamente bien escritos, pero ofrecen un colorido mundo de
fantasía donde el lector es capaz de viajar junto a los personajes, algunos más
creíbles y otros menos.
Desde un punto de
vista estrictamente personal y literario, para mí los más interesantes fueron las Leyendas de la Dragonlance, donde los
autores supieron manejar bien el balance de fuerzas entre los personajes. Recuerdo
que durante las primeras páginas quedé confundido por el protagonismo de Cáramon
y tuve que volver a la trilogía anterior para cerciorarme que era el mismo
simplón de esas novelas. La evolución de los gemelos durante toda la historia
es un ejemplo muy digno de cómo evitar unos personajes planos (defecto habitual
en las novelas de fantasía) La narrativa fluye moderadamente bien, aunque choca
contra el personaje de Crysania que, pese a resultar coherente, le falta un
mayor protagonismo donde se expliquen mejor sus emociones e impulsos.
Ya para terminar una íntima curiosidad: en La guerra de los dioses, hay un
fragmento que aún hace que se me ericen los pelos de la nuca cuando lo leo, por
su sencillez, por la capacidad de expresar la personalidad de un personaje en
una sala frase. No deseo hacer spoilers, por lo que para los curiosos
diré que me refiero al final del capítulo 12, el encuentro entre Astinus y otro
personaje, su conversación sobre la alfombra y la confesión de este último personaje
mirando absorto más allá de las estanterías.
No, la fantasía no son sólo dragones y hechizos, juega y
fabula con el mundo “real” y es capaz de mostrar (quizá mejor que cualquier
otro género) algo tan necesario para un chico adolescente como son los
sentimientos.
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Portada de 'La Guerra de los Enanos' de Leyendas de la Dragonlance. En imagen: Raistlin, Cáramon y Crysania a punto de cruzar el umbral hacia el reino de Takhisis, la diosa oscura. #Dramón |